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Hay un niño nuevo en el colegio de Archibaldo. Sam es diferente a los demás, juega a juegos distintos y dice cosas sorprendentes. ¿Será fastidioso no ser igual a los otros? Archibaldo lo descubrirá...
Sam no sabe jugar al pilla pilla ni a muchos otros juegos populares entre los niños. Él observa el cielo y descubre a un dragón chino. Piensa que la peonza de Archibaldo parece un ciclón formidable… Archibaldo está un poco desconcertado con las cosas tan raras que dice Sam.
Un día en el parque, Archibaldo mira a su alrededor y comprende que cada árbol es único y que, justamente por ello, el lugar resulta maravilloso. Así, poco a poco, Sam y él se hacen muy amigos y comparten el tiempo y las diferencias.
Una nueva entrega de la saga de Archibaldo («Mi amor», «Un amor de hermanita», «Lo que papá me ha dicho»,...) que enseña de una forma poética y tierna que la diversidad hace la vida más rica e interesante.
Una lección importante que los padres y profesores deben inculcar a los pequeños, mostrándoles que el rechazo y los prejuicios hacia lo que no conocen y lo que no es igual a uno, no sirven para crecer y ser mejores personas sino todo lo contrario.
La apertura, la tolerancia y la aceptación, en cambio, hacen que el lugar que está dentro de cada uno de nosotros sea realmente maravilloso.