Los peques son muy propicios a los cambios de humor. La alegría y la felicidad más completas pueden trocarse en un ataque de rabia y en una sonora pataleta, cuya causa a veces cuesta identificar entre tanto alboroto. Un malentendido, un deseo no satisfecho, una negativa... pueden provocar que se forme un inmenso nubarrón. Si antes todo era de color de rosa, ahora el ambiente se tensiona y oscurece hasta descargar la tormenta.
Pero la tormenta amaina, y unas palabras pueden ayudar a enjugar las lágrimas y a que la mueca de enfado se transforme en la más enorme de las sonrisas.
Los cambios de color sirven para ilustrar los diferentes estados de ánimo por los que pasa una criatura cuando se enfada o cuando se reconcilia con alguien.
Un cuento sobre deseos, frustraciones y emociones desbocadas; y sobre la importancia de saber comunicarse y escuchar.